Betty García: “No fue en vano la lucha que tuvimos todas”
Al Mundial de fútbol femenino 2023 -qué empezó este jueves- las jugadoras de la Selección Argentina llegaron con un reconocimiento histórico: el de ser trabajadoras. Pero antes esto no era así. Hay una historia no muy conocida, de la que prácticamente no se hablaba hasta hace poco, que es la de las pioneras del fútbol femenino en Argentina. Mucho antes de que la FIFA reconociera un Mundial femenino de fútbol, un grupo de mujeres, entre las que se encontraba Gloria “Betty” García, hizo historia.
Betty es de Avellaneda y fanática de Racing. Hoy en día tiene 81 años. Y pesar de que toda su familia era de Independiente, ella desde chica se inclinó por el celeste y blanco. Con sólo nombrar a su equipo, la sonrisa se le aparece. “Me gustaban los colores. Fue algo que me nació”, cuenta en diálogo con Líbero. “Lo que siento por Racing no se puede decir con palabras”, expresa. Ella empezó a jugar en el club en el 71. Y se retiró porque la edad ya no le daba y también trabajaba, entonces tenía miedo de lesionarse.
Betty formó parte de lo que se conoce como “Las Pioneras”, el primer grupo de futbolistas que en 1971 representó a la Argentina en un Mundial -que organizaba México- y que lo hizo con todo en contra. Eran 17 que se las arreglaron para viajar como pudieron: sin botines, ni camiseta, sin DT ni cuerpo médico, y sin tener ningún tipo de apoyo de la AFA. “Es el equipo que fue sin nada, sin ninguna ayuda y entre todas hicimos bastante”, relata. Teresa Suárez, Angélica Cardozo, Elba Selva, Marta Soler, Blanca Bruccoli, Eva Lembessi, Virginia Andrada, María Fiorelli, María Ponce, Zulma Gómez, Ofelia Feito, Susana Lopreito, Marta Andrada, Virginia Cattaneo, Zunilda Troncoso y María Cáceres completaban el equipo mundialista.
Fueron discriminadas e invisibilizadas por la historia, pero lograron un hito: 15 años antes que Maradona, el 21 de agosto de 1971, le ganaron 4 a 1 a Inglaterra en el estadio Azteca. Sin embargo, los reconocimientos vinieron después, y a partir del 2021 se empezó a celebrar aquel día como el de la futbolista argentina.
En la época en la que jugaba Betty, al torneo no se le dio mucha importancia, no lo organizó la FIFA ni tampoco fue registrado oficialmente. “Nosotras no pertenecíamos a la AFA. Grondona se oponía al fútbol femenino, no le gustaba”, cuenta. Hasta ese año, todavía había países donde jugar al fútbol estaba prohibido para las mujeres, y recién 20 años después la FIFA organizaría un certamen oficial de fútbol femenino.
Como todas en aquel entonces, Betty tuvo que hacer malabares para combinar su trabajo con la pasión por el fútbol. “Trabajaba por mi cuenta. En mi casa tenía un taller de guantes industriales. Todas las chicas trabajan porque no había sueldo”, detalla.
Betty García en el Cilindro de Avellaneda, casi como su segunda casa. (Adrián Pérez)
Sin decirlo, la historia de Betty es la de una militante. En la actualidad es DT de las Noritas FC, un equipo de fútbol de mujeres que lleva su nombre en honor a Norita Cortiñas. “Ese club ya tiene personería jurídica, sólo le falta un estado físico. Nora es la presidenta honoraria. Las chicas alquilan las canchas y juegan ahí, pero todavía no tienen un lugar que sea de ellas”, reclama. Betty está convencida de que la profesionalización es fundamental para las “pibas” porque “no se puede al mismo tiempo practicar, trabajar y estudiar”. A Betty le parece que contar su historia y la de las pioneras es una manera de seguir visibilizando al fútbol femenino. Y por eso lo hace.
– ¿Cuándo empezaste a jugar al fútbol?
– Empecé en 1959 en la cancha de All Boys. Yo conocía a una chica que jugaba ahí y le pedí si me podía llevar. Fui a probarme y quedé. Y a partir de eso, todos los fines de semana salía a jugar al interior, sábado y domingo, con todo pago. Así fuimos sembrando la semilla del fútbol femenino, pero con mucha oposición. El patriarcado decía que las mujeres no debían jugar al fútbol, que eso era para hombres. Pese a eso, seguimos jugando. También en las familias se oponían. Por ejemplo, muchas chicas no pudieron viajar al Mundial porque los padres no las dejaron. Hubo muy buenas jugadoras que no pudieron ir porque no les dieron permiso.
– ¿Y tu familia te dejaba?
– Mi familia sí. Mi papá sí me dejaba, me apoyaba y a veces me acompañaba. A mi mamá que perdí en el 58 era a la que no le gustaba que yo hiciera deporte. Incluso había ido a la escuela a pedir que no me dejaran jugar al vóley y pelota al cesto, pero le dijeron que no porque era una materia. Entonces ahí me salvé y seguí jugando. Pero ya en el 59 cuando empecé a jugar al fútbol mi mamá no estaba.
– ¿Y en aquel momento sentías prejuicios por elegir ese deporte?
-Sí, muchos prejuicios. Además, los gobiernos eran militares. Yo jugué en Uruguay por dos años, y volví porque me prohibieron en Brasil y después en Uruguay. Y gracias a Dios acá no.
– ¿Después de All Boys por qué club pasaste?
– Después de All Boys fui a Pompeya, a Piraña y de ahí también salíamos a jugar al interior, jugábamos contra un equipo se llamaba Boca del Tigre, y las jugadoras eran de Garín, Matheu e Ingeniero Maschwitz.
– ¿Y cómo llegó la convocatoria al Mundial?
– Nosotras teníamos un representante que nos hizo llegar la invitación de México a la Selección Argentina para jugar. Y a través de ellos empezamos a hacer los trámites de los pasaportes. La UTA nos dio los uniformes y nos prestó el predio que tienen en Ituzaingó para que nosotras concentráramos ahí. Cuando llegamos a México no teníamos ayuda de nadie. Incluso fuimos sin director técnico porque tuvo problemas con los papeles y no viajó. Cuando llegamos allá nos encontramos con que teníamos que jugar con botines y nosotras no teníamos. Entonces el comité organizador se encargó de darnos los botines. Además, nos compró ropa porque la que llevábamos nosotras era de mala calidad, y sólo la pudimos usar una vez. Ellos pagaron todo: comida, estadía y nos pusieron médico porque nosotras no teníamos nada.
– ¿Cómo recordás esa experiencia?
– La recuerdo linda porque después del primer partido que jugamos contra México el pueblo mexicano se volcó a alentar por Argentina. Incluso el partido que le ganamos a Inglaterra 4 a 1, todo el estadio gritaba por nosotras. Y gracias a ese partido clasificamos para llegar hasta la final.
– Cuando volvieron de México, ¿tuvieron algún recibimiento?
– No, cuando volvimos no había ni un periodista. Estaba la familia esperándonos, Y bueno, no estábamos acostumbradas a que nos reconocieran. Los reconocimientos vinieron un poco tarde.
– ¿Alguna vez imaginaste que ibas a ser una pionera?
-La verdad que nunca lo pensé. Me conoce mucha gente, mayormente del fútbol, y todo eso es un orgullo. Yo me siento orgullosa y siempre digo lo mismo: no fue en vano la lucha que tuvimos todas. Mirá el fútbol femenino cómo está ahora.
– ¿Qué crees que falta conseguir?
-Falta que las chicas no trabajen, que les abran los estadios, y además que les paguen más para que ellas se puedan dedicar al fútbol como en Europa. El día que cobren bien, que no necesiten trabajar de otra cosa, que puedan vivir del fútbol, ahí va a ser profesional.